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I Les contaré señores la historia muy bonita de linda potranquita con ojos soñadores, colita de caballo, andar casi trotero, de crines muy hermosas, corría por los esteros.
Era una potra muy singular, no conocía el amor, no conocía corral, no conocía bozal, solo quería vivir por el palmar.
Era la potra zaina la flor de la llanura, caballos y potrones sufrían por su hermosura; paseando en las sabanas en las noches de luna; coqueta se miraba su sombra en la laguna.
La potranca al fin se descuidó y un dia primaveral, a orillas del palmar en mi lazo cayó, la zaina asi perdió su libertad.
No quiere el freno morder, ni la montura llevar, riendas no quiere sentir ni que le pongan bozal y cuando está en el potrero se oye silbar al gavilán, se escucha a la potranquita triste llorar.
Esa potra la voy a domar, la enseñare a querer, le enseñare a llevar el freno y el bozal y luego le daré su libertad