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Estaba el diablo mal parado en la esquina de mi barrio ahi donde dobla el viento y se cruzan los atajos. Al lado de él estaba la muerte, con una botella en la mano me miraban de reojo y se reían por lo bajo. Y yo que esperaba no sé a quién, al otro lado de la calle del otoño una noche de bufanda que me encontró desvelado, entre dientes oí a la muerte que decía así: Cuántas veces se habrá escapado, como laucha por tirante y esta noche que no cuesta nada, ni siquiera fatigarme, podemos llevarnos un cordero, con solo cruzar la calle. Yo me escondí tras la niebla y miré al infinito, a ver si llegaba ese que nunca iba a venir. Estaba el diablo mal parado en la esquina de mi barrio, al lado de él estaba la muerte, con una botella en la mano. Y temblando como una hoja, me crucé para encararlos, y les dije, me parece que esta vez me dejaron bien plantado. Les pedí fuego y del bolsillo saqué una rama pa'convidarlos y bajo un árbol del otoño nos quedamos chamuyando, me contaron de sus vidas, sus triunfos y sus fracasos, de que el mundo andaba loco y hasta el cielo fué comprado y más miedo que ellos dos, me daba el propio ser humano. Y yo ya no esperaba a nadie, y entre las risas del aquelarre el diablo y la muerte se me fueron amigando, ahí donde dobla el viento y se cruzan los atajos, ahí donde brinda la vida en la esquina de mi barrio.