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Te sentaste justo al borde del sofá como si algo allí te fuera a morder. Dijiste: "Hay cosas que tenemos que aprender, yo a mentir y tú a decirme la verdad, yo a ser fuerte y tú a mostrar debilidad, tú a morir y yo a matar."
Y después se hizo el silencio y el silencio fue a parar a una especie de pesada y repartida soledad, y la soledad dio paso a un terror que hacia el final nos mostró un mundo del que ninguno quisimos hablar.
Y así eran nuestras noches y así era nuestro amor, comenzaba en el silencio, continuaba en el terror, y otra vez de allí al silencio. Dime, ¿para qué hablar de lo que pudo haber sido y de lo que jamás será, tratando de adivinar qué fue eso que hicimos tan mal?, si, en fin, se trata de morir o de matar.
Así que, si aún andas por aquí, y alguien vuelve a romperte, amor, con dinero, encanto y alguna canción, por favor, prepárate para huir. Vete lejos y limítate a observar esta escena tan vulgar.
Conoció a unas cien mujeres y a cincuenta enamoró, conoció a otros tantos hombres y con tantos se acostó, y fundió todo el dinero y la gente se cansó de escuchar noche tras noche la misma triste canción.
Y ahora ve que el universo es un lugar vacío y cruel, cuando no hay nada mayor que su necesidad en él. Y encendiendo un cigarillo se comienza a torturar y habrá cerca alguien gritándole "hágase tu voluntad" y el "la culpa sólo en parte es mía y en parte lo es de los demás". De lo que se trata es de morir o de matar, de morir o matar.
Fue aquella gitana que nos leyó el porvenir, dijo "uno es el asesino y el otro el que va a morir". Y salimos de allí y me mirarte asustada y el miedo sonó en tu voz: "antes de que tú me mates, prefiero matarme yo".
Y emprendiste así tu huida y yo corrí a mi habitación y mezclé en una cuchara el polvo blanco y el marrón. Y con la sangre aún resbalando te llamé desde ese hotel: "Por favor, entiende que algo no funciona en mí muy bien". Y al otro lado te oí llorar y yo seguí y no colgué, y me suplicaste: "Déjame de una vez, déjame de una vez".
Y tus párpados cayendo se me antojan guillotinas, y te observaré durmiendo y me pondré a susurrar: "nuestras almas no conocen el reposo vida mía, pero si hay algo que es cierto es que te quiero un mundo entero con su belleza y su fealdad. ¿Por qué no puedes aceptar que esto no se trata más que, amor mío, de morir o de matar, de morir o matar?"
Moriré, moriré, moriré ... moriré, moriré y es lo único que sé. Moriré, moriré ... moriré y cuando lo haga al fin ya nada va a impedirme descansar y así obtendré la santa paz que en vida no gocé jamás, pues hasta morir la única opción siempre es matar, siempre matar.